Escuela novohispana. México. Siglo XVIII.
“Puertas de mueble de sacristía para objetos litúrgicos”
Óleo sobre tabla.
90 x 29,5 cm cada una.
Excepcional pareja de puertas de un mueble de sacristía encastrado para guardar objetos litúrgicos. No sólo se buscaba la excelencia en los objetos y ornamentos litúrgicos, sino que los muebles que los albergaban eran muy dignos, decorosos y muy bellos, algunos verdaderas piezas de museo, signos y símbolos de las realidades celestiales y que servían al esplendor del culto con dignidad y belleza.
Una pareja de puertas que servían para dar gracias a Dios antes de ser abiertas, que servían de jaculatoria y oración (introibo ab altare Dei) antes ya de ser abiertas para preparar el altar y la misa, unas puertas que te impulsan y llevan a la Gloria, donde habitan ya Los Santos.
Sobre un fondo rojo lacre policromado, cada puerta posee doce reservas en rocalla en las que aparecen efigiados diversos santos, y cinco reservas menores entre ellos que poseen las Arma Christi.
En la puerta de la izquierda, encontramos estos santos:
San Pablo y Santa Maria Egipcíaca;
San Benito y Santa Rita;
San Antonio Abad y Santa Catalina de Alejandría;
San Antonio de Padua y San Bruno mortificándose con un flagelo;
San Ramon Nonato y San Juan de Dios;
y San Francisco de Asís y Santa Catalina de Siena.
Y sus Arma Christi: la corona de espinas, los dados de la suerte, los clavos, la jarra de hiel y vinagre, la esponja y la lanza.
En la puerta de la derecha, vemos:
Santa María Magdalena y San Pedro;
Santa Gertrudis la Magna y San Jerónimo;
Santa Bárbara y San Antón;
San Juan Nepomuceno y San Vicente Ferrer;
Santa Úrsula y las Vírgenes y San Luis Gonzaga;
una reserva vacía y Santo Domingo.
Y sus Arma Christi: cáliz, linterna, mano que golpeó a Cristo, columna de la flagelación y el flagelo.
Sin dudarlo, podemos afirmar que esta pareja de puertas estaría en perfecta sintonía con el decorado de todo el mobiliario y de la sacristía, incluida su arquitectura, destacando, por un lado, su sencillez y hermosura y, por el otro, manifestando en silencio la suntuosa pinacoteca en miniatura que guardaba los vasos sagrados.