Escuela novohispana. México. Siglo XVIII.
Cuadro-blasón o copete de retablo con Santo Tomás de Aquino”
124 x 93 cm.
Cuadro-blasón o copete de retablo, profusamente tallado y dorado, con decoración incisa de roleos, florestas y geometrías, policromado y estofado, con “bonete” central arriba en negro, y con cartela central de pintura al óleo sobre tabla del Santo y Doctor de la Iglesia dominico desde 1567 (proclamado por el Papa San Pío V), el conocido como Doctor Angélico, Doctor Común y Doctor de la Humanidad, cuya obra se hace fundamental para los estudios de filosofía y teología, y el principal defensor clásico de la teología natural.
Con la gubia característica del arte mexicano de la Nueva España, contemplamos “un artefacto complejo” que encierra al Santo de Aquino, que puede ser cuadro con marco incorporado en forma de blasón, o copete aislado de un retablo o de puerta de una biblioteca o sala de refectorio o capitular, al que estaría integrado (al modo de los de las puertas de la Biblioteca de Coimbra de los PP. Jesuitas).
Una obra barroca que muestra unidad y coherencia, una “manifestación plástica,” con un estilo más difícil de sujetar a cánones formales. Una pieza claramente barroca, poco dogmática dentro de sus realizaciones artísticas, pues muestra una avidez extraordinaria a la novedad y, en su proceso de creación, una fantasía sin límites que la hace excepcional, única e irrepetible.
Al centro, en un panel liso en medio de este marco tan laborioso, contemplamos a Santo Tomás de Aquino, de cuerpo entero y de pie, representado con el hábito de los monjes dominicos, llevando la túnica blanca con escapulario, y manto negro con capuchón echado hacia la espalda. Con la mano derecha sostiene una pluma de la que sale un halo de luz o fuego que hace referencia a sus libros y doctrina escrita.
Con la izquierda sostiene una custodia con la Sagrada Forma. La custodia hace referencia a su devoción hacia el Santísimo Sacramento, que se manifestó en particular en su magnífica composición del “Himno a Jesús Sacramentado”.
Sobre el pecho cuelga un sol, que es atributo de su sabiduría, y por detrás de su espalda sobresalen dos grandes alas, que hacen alusión al momento en que los ángeles ciñen al santo el símbolo de la castidad. Sobre su cabeza, Cristo crucificado rodeado de puttis, que descienden desde los cielos para inspirarle. La figura del santo representado como un hombre joven, imberbe y con tonsura monacal, se superpone a un paisaje en el que, a sus pies, pisa y vence a los moros e infieles, a modo de Santiago Matamoros, como defensor de “la verae doctrinae”.
En palabras de San Juan Pablo II y Benedicto XVI, Santo Tomás de Aquino es “el modelo del modo correcto de teología”. Él mostró que entre fe y razón subsiste una armonía, que la fe no es contraria a la razón. Santo Tomás no sólo se dedicó al estudio y a la enseñanza, sino que también predicó al pueblo. Supo ser un teólogo que sabía hablar con sencillez y bondad. Su fiesta se celebra el 28 de enero.
Procedencia: Importante colección particular Sevilla.