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LOTE 52

José Campeche (San Juan, Puerto Rico, 1751 - 1809)

Estimación
18.000 € / 25.000 €

Remate: 19.500 €

José Campeche (San Juan, Puerto Rico, 1751 - 1809)

"Posible retrato de Dña. Catalina de Urrutia"

Óleo sobre tela.

102 x 77 cm.

 

Campeche retrató a Dña. María de Urrutia en diversas ocasiones y edades. Nuestra hipótesis es que nuestro retrato sería en el que aparece con mayor edad.

Como indica la web de la Hispanic Society de Nueva York "María Catalina de Urrutia pertenecía a una destacada familia criolla de terratenientes de Cuba, donde nació (en 1749); su padre, Bernardo de Urrutia y Matos, fue alcalde de La Habana. En 1766 María Catalina contrajo matrimonio con el coronel Juan Andrés Dabán y Busterino (1724-1793), militar español y funcionario de ascendencia aragonesa que llegaría a ser gobernador y capitán general de Puerto Rico de 1783 a 1789. Había sido inspector militar de Cuba a mediados de la década de 1760, y aparentemente fue allí donde se prometieron. En Puerto Rico dirigió campañas de reconstrucción tras el paso de huracanes, estableció un sistema postal, puso en marcha la pavimentación de calles y aceras con balasto volcánico azul de Canarias y fundó una fábrica de tabacos que exportaba a los Países Bajos. Fue ascendido a mariscal de campo, y de vuelta en España fue gobernador de Badajoz a partir de 1792. La fecha en que pasaron a España don Juan y doña María es incierta.

Proveniente de una distinguida familia criolla con propiedades en Cuba, María Catalina desempeñó un papel destacado en la sociedad puertorriqueña del siglo XVIII. Campeche, el más renombrado pintor del Caribe colonial, la retrató en varias ocasiones como commentábamos, registrando con maestría su linaje y estatus.

La iconografía de la obra revela elementos de profundo significado personal. En su atuendo destacan suntuosos encajes y una joya excepcional: un colgante con un relicario de cabello, una práctica común en la época, frecuentemente asociada a la memoria de un ser querido fallecido. La familia Dabán-Urrutia tuvo nueve hijos, de los cuales se sabe que algunos fallecieron en la infancia, entre ellos Juan Bernardo y Francisco Dabán Urrutia, cuyos registros desaparecen prematuramente. Es plausible que el colgante con cabello represente el duelo de la madre por uno de ellos.

La historia material del retrato sugiere que pudo haber sido llevado a España por uno de sus hijos tras la muerte de Juan Andrés Dabán en 1793. Para ese momento, varios de sus descendientes ya estaban en la península ibérica ocupando cargos militares y administrativos. Antonio Dabán Urrutia (1777-1848), destacado capitán de navío y consejero de Indias, y Manuel Dabán Urrutia (1771-1849), brigadier y gobernador militar, fueron figuras clave en la España del siglo XIX, y es posible que el retrato haya sido trasladado por ellos como una reliquia familiar. Dado que no existen registros precisos sobre el fallecimiento de María Catalina, es incierto si ella aún vivía cuando la obra fue trasladada, aunque su presencia en fuentes posteriores a 1793 es escasa.

Esta pintura, testimonio excepcional de la élite colonial puertorriqueña y de la maestría de Campeche, resurge hoy en el ámbito académico como un documento visual y afectivo de la familia Dabán-Urrutia, conectando el Caribe español con la España peninsular a través de generaciones.

Campeche fue uno de los artistas portorriqueños más reconocidos. El único discípulo de Luis Paret y Alcázar (1746-1799), quien llegó a la isla desterrado por el rey Carlos III, entre 1775 a 1778.
Como indica en su ficha bibliográfica el Museo de Arte de Puerto Rico, que conserva obra suya en su colección: "Desarrolló principalmente pinturas de tema religioso y retratos. En su obra, considerada rococó por el interés en el detalle y la ornamentación, domina la paleta de grises azulados y rosados que asimiló de Paret. En 2006 el Museo de Arte de Ponce organizó una exhibición que viajó al prestigioso Worcester Art Museum de Massachusetts y que incluyó obras suyas, de Francisco Oller y de Miguel Pou. La gran maestría de Campeche reside en su dominio del retrato y la miniatura, característica que lo exalta como uno de los pintores más destacados de Hispanoamérica a finales de siglo XVIII."