Luis Berrueco (Puebla, México, principios del siglo XVIII)
"San José con el Niño"
Óleo sobre tela. Reentelado.
63,5 x 49,5 cm.
Pintor del siglo XVIII cuya fecha de nacimiento se estima entre 1683 y 1684. Como informa la web ARCA, “es considerado como el último discípulo de Juan Correa. La diócesis angelopolitana le comisionó el lienzo “La aparición de San Miguel del Milagro al Indio Lázaro”, por lo cual se cree que [fue un p]intor reconocido en Puebla y Tlaxcala. Su trabajo se caracterizó por tener composiciones complejas y ser de gran formato, con un uso del color en donde predomina la paleta azul, rojo y ocre”, como en nuestra obra. Es reconocido por sus representaciones devocionales, en las que destaca el tratamiento delicado del brocado dorado, una característica que lo distingue del barroco novohispano que enfatiza la majestuosidad y espiritualidad de sus figuras.
Su trabajo se caracteriza por una composición compleja en detalles, colores, texturas y carnaduras de los personajes, con los que expresa muy bien la ternura del arte mexicano en los personajes que pinta.
Utiliza mucho el gran formato, aunque esta obra que presentamos es más pequeña, de carácter devocional, para uso doméstico o de capilla.
Resaltan las texturas de las telas, como en el terciopelo del Santo o el paño rústico listado que lo sostiene, las carnaduras de la piel, muy rosáceas, que expresan la ternura del momento, la bondad y humildad del Santo.
El análisis comparativo con obras conocidas de Luis Berrueco, como “La Divina Peregrina” del Museo Regional de Querétaro, “Nuestra Señora del Refugio”, que encontramos en el Museo de la Basílica de Santa María de Guadalupe y “Diego Lázaro Enfermo”, en el Santuario de San Miguel del Milagro, permite identificar similitudes en el estilo y en las técnicas que refuerzan la atribución de esta pintura.
La iluminación está dirigida a resaltar los rostros y la ternura del gesto de San José y el Niño, un tratamiento lumínico similar al empleado en “Diego Lázaro Enfermo”, donde los personajes emergen desde la penumbra con una luz que envuelve sus rostros en un halo místico.
El tratamiento de los dorados en esta pintura es comparable con el que aparece en la vestimenta de la Virgen en “Nuestra Señora del Refugio”, donde los motivos decorativos dorados siguen un diseño meticuloso y simétrico.
Podemos observar la preciosa comunicación entre el hijo y su padre, el juego y lenguaje de miradas en el que el Hijo, tiernamente, intenta mover el rostro de su Padre que se está comunicando con el espectador y él, para llamar su atención, intenta desplazar con su mano derecha, el mentón de su padre. La mirada que tiene San José para el espectador es escrutadora, penetrante, humilde y tierna, muy bondadosa, y que ayuda a la transformación del que es mirado.
El trato de los rostros en esta obra sigue la tradición de la pintura poblana, con figuras de rasgos suaves, miradas serenas y una notable idealización de los personajes sagrados, tendencia que se observa también en “Nuestra Señora del Refugio”.
Es debido a estas características que podemos respaldar la atribución de nuestra obra a Luis Berrueco.
Referencias Bibliográficas:
- Toussaint, M. (1965). Colonial Art in Mexico. Austin: University of Texas Press.
- Tovar de Teresa, G. (1992). Catálogo de pintores y escultores en la Nueva España. México: Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.
- Rincón García, W. (2013). San José en el arte novohispano: Iconografía y devoción. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
- Kubler, G. (1961). Mexican Architecture of the Sixteenth Century. New Haven: Yale University Press.
- Burke, M. (1992). Pintura y escultura en Nueva España: El barroco (Arte Novohispano). México: Fondo de Cultura Económica.