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LOTE 29

Escuela virreinal. Cuzco. Perú. Siglo XVIII.

Estimación
6.000 € / 10.000 €

Remate: 6.000 €

Escuela virreinal. Cuzco. Perú. Siglo XVIII.

“Camino de perfección humana y cristiana como vía de unión con Dios” [VIA VITAE AETERNAE]

Óleo sobre tela.

85 x 72 cm.

 

Para esta obra, el pintor cuzqueño empleó un grabado, de carácter simbólico, que aparece en una obra de devoción (considerada emblemas), del jesuita flamenco Antoine Suquet (1574 - 1627)   [“VIA VITAE AETERNAE”], [“Camino hacia la Vida Eterna”] con 32 grabados calcográficos, impresos por separado, del grabador flamenco Boëtius a Bolswert (ca. 1585- 1633), publicada en 1620 en varios idiomas.

En ese grabado, la persona que asciende por esa vía es un noble o cristiano ataviado al modo de la época.  Aquí aparece un franciscano (parece ser San Francisco de Asís, sin estigmas) el que interpela [Yo vencí al primero] y es interpelado por Jesús en “la encrucijada de la vida”, donde hay que “escoger” para seguir adelante.  San Francisco escogió “vencer al primer demonio” . Y es la libertad del cristiano (franciscano) la que decide si avanza o no en el camino de perfección.

Este “Camino de Perfección” fue muy estudiado por franciscanos y carmelitas, con una pedagogía sencilla, pero eficaz, y con sus rasgos propios y peculiares, para llevar una vida interiorizada con el Maestro Cristo y ascender a la perfección de la etapa mística. 

San Francisco de Asís (el cristiano) “mira” a Cristo [Ynclina tu oído a mi] y “se deja mirar” por Él, quien le ha entregado “su corazón ardiente”, símbolo de Su Amor, y que toma de su mano para acompañarle en su camino, y que no ande solo. 
Ascender en la “vía hacia una vida eterna” es encontrar y aceptar los padecimientos de Cristo, (símbolos de la Pasión) que se hacen nuestros, [Soi quien soi].

A la derecha, un grupo de pecadores “que se dejaron llevar por las tentaciones del camino”, desde el infierno gritan a Jesús [Suelbe nos, Suelbenos] , “absuélvenos”, perdónanos, invocando su misericordia.

A la izquierda de la encrucijada las tentaciones [Yo lo hago todo] (llamada clara a la vagancia, flojera y “dejarse llevar”) y [te saldrá la suerte] (un deseo fetichista de que del lado de las tentaciones “todo irá bien”.

Al final , una invitación a la Gloria Eterna [Ven y verás como nado], donde espera Dios Padre y los ángeles. 

Posiblemente fue realizada para el refectorio de un monasterio franciscano, para ser contemplada en silencio durante las comidas. 

Tonos tierra, sobrios, casi franciscanos, que hablan del momento meditativo al que nos lleva la obra.