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LOTE 39

Antonio José Landaeta (activo en Caracas, Venezuela, 1748 – 1799)

Estimación
13.000 € / 20.000 €

Remate: 14.000 €

Antonio José Landaeta (activo en Caracas, Venezuela, 1748 – 1799)

"Inmaculada Concepción"

Óleo sobre tela.

51 x 40 cm.

 

La obra Inmaculada Concepción, atribuida a Antonio José Landaeta, maestro pintor y dorador activo en Caracas entre 1748 y 1799, es un óleo sobre lienzo de pequeñas dimensiones, característico de la escuela venezolana del siglo XVIII.

A primera vista, observamos una exquisita imagen de una mujer joven, vestida con túnica blanca y con un manto azul sobrepuesto con las manos juntas casi cruzadas sutilmente sobre el pecho en un fondo o mar de nubes, de tonos dorados, y una cascada de querubines y angelotes.

 

Comparada con otras obras de Landaeta y con las representaciones de la Inmaculada Concepción en las colecciones Cisneros y Santaella Garrido, esta pintura comparte un enfoque similar en la composición y el simbolismo. Sin embargo, presenta diferencias en los tonos y la distribución de los elementos decorativos, lo que sugiere una evolución estilística dentro del taller de los Landaeta. Al analizar las otras dos pinturas comparativas, se observa que las cortinas y los fondos presentan una similitud en la técnica de los brocados y en la representación de los querubines, lo que refuerza la coherencia estilística dentro de la obra del autor.

Asimismo, observamos una delicadeza en el manejo de las proporciones y una atención al detalle que denota influencias académicas y que inscriben la obra en el barroco tardío venezolano, con aspectos que destacan en gran parte de la obra de Landaeta, como son el uso de tonalidades suaves y la fluidez en los pliegues de los ropajes, que reflejan un interés por la naturalidad y el movimiento. Además, la paleta cromática de tonos suaves, predominando los ocres y rosas en los fondos, es una característica distintiva de Landaeta y de la escuela que lleva su nombre. Este tratamiento, junto con el buen manejo del dibujo y los detalles decorativos, subraya el estilo maduro de su obra. Todo ello reafirma la atribución de la Inmaculada a nuestro autor.

 

Landaeta formaba parte de un contexto histórico en el que Iglesia Católica promovía una intensa devoción mariana, reflejada en nuestra pintura. En Caracas, la actividad artística se encontraba ligada tanto a las órdenes religiosas como a las élites locales, quienes encargaban obras que reflejaran su fe y su estatus social. Landaeta, como pintor y dorador, contribuyó a esta tradición no solo con obras de gran carga simbólica, sino también con encargos decorativos para iglesias y cofradías. Su taller, compartido con su hermano Juan José, produjo obras que combinaron influencias locales con modelos europeos, adaptando grabados y composiciones difundidas desde España y otras partes del continente americano.

 

Iconográficamente, la representación de la Inmaculada Concepción sigue un modelo europeo ampliamente difundido en América, inspirado en grabados como los de J. Salvador Carmona, basados en obras de Mateo Cerezo. Sin embargo, la interpretación de Landaeta introduce elementos locales, como los tonos más cálidos y la disposición dinámica de los querubines. Estos detalles refuerzan la conexión entre la Virgen y los fieles, destacando su papel como intercesora y protectora en un contexto de fervor religioso.

La representación de la obra pretendía difundir el dogma inmaculista, mucho más complejo que la simple virginidad del antes, durante y después del parto de Jesús; y que a lo largo de la historia ha sido fruto de controversias y de disputas, de defensores y de detractores. Los primeros, encabezados por franciscanos y posteriormente por jesuitas, ardientes valedores de este dogma que basaban su defensa en los textos de Juan Duns Scotto (siglo XIII). Entre los detractores destaca la orden de los dominicos, con una base teológica más erudita que hacía que su principal filósofo Tomás de Aquino (siglo XIII) rechazara este concepto. A resaltar del cuadro, dos de los grandes angelotes, a derecha e izquierda de la Señora, sostienen cuatro simbologías de la Letanías Lauretanas: una palma del martirio, simbolizando a María como Reina de los mártires; y una rosa que sostiene en la otra mano, hablando de María como Rosa mística; el otro angelote porta un lirio del campo y un espejo, proyectando a María como espejo de justicia. Las Letanías Lauretanas aquí presentes vienen a ser una recopilación de metáforas, sacadas de textos sagrados, fundamentalmente del Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento y que se utilizaban para alabar a la Virgen y como medio de oración, basado en la repetición constante. Vemos, por tanto, una imagen perfectamente definida, la imagen de la Virgen, al mismo tiempo que un concepto tan inasible, como es la de la Concepción virginal. La vemos reflejada con el estilo artístico barroco que la envuelve, llena de rapto, movimiento, exuberancia, vuelo de telas y detalles, incluso el aire que lo mueve todo. 

 

Bibliografía de referencia:

- Boulton, Alfredo. (1975). “Historia de la pintura en Venezuela. Época colonial, vol. I”. Ernesto Armitano Editor.

- Duarte, Carlos (2000). “Diccionario biográfico documental. Pintores, escultores y doradores en Venezuela”. Fundación Galería de Arte Nacional, Fundación Polar.

- Galería de Arte Nacional. (1982). “Diccionario de las Artes Visuales en Venezuela”, vol. I. Monte Ávila Editores.