Escuela novohispana. Siglo XVIII. Atribuida a José de Páez (Ciudad de México, 1727 - circa 1790)
"San Juan Bautista en el desierto"
Óleo sobre tela.
168 x 112 cm.
Esta pintura, que representa a San Juan Bautista en el desierto, forma parte de una serie de obras similares producidas en Nueva España (actual México) durante los siglos XVII y XVIII. El tema de San Juan Bautista, especialmente su figura en el desierto acompañado por un cordero, fue recurrente en la iconografía religiosa de la época, utilizado para resaltar la vida ascética del santo y su papel como precursor de Cristo.
La composición de la obra que analizamos refleja una notable similitud con otras piezas de la misma temática, en particular con una pintura de la mano de Baltasar de Echave Ibía, adquirida recientemente por la Hispanic Society of America. Echave Ibía, activo en la primera mitad del siglo XVII, fue uno de los principales exponentes del barroco en Nueva España, conocido por su manejo del claroscuro y por la composición dramática de sus figuras. Su influencia fue tan significativa que su estilo se replicó y reinterpretó en las generaciones posteriores de pintores novohispanos.
Tanto el “San Juan Bautista en el desierto” de Echave Ibía como el nuestro presentan a un joven Bautista en actitud de alerta, mirando hacia el cielo, con un cordero a sus pies. La pose y el dramatismo de la figura son características del barroco, enfatizando tanto la espiritualidad del santo como su conexión con el sacrificio de Cristo.
La pintura de Ibía fue lo suficientemente influyente como para ser copiada o emulada por otros artistas, como demuestra nuestra magnífica versión que puede situarse dentro de la tradición de copias y adaptaciones, lo que era común en los talleres novohispanos, y en nuestra opinión realizada por un artista principal posterior de gran maestría, como podría ser José de Páez, pintor activo principalmente entre 1750 y 1780, quien a menudo revisaba y adaptaba composiciones establecidas para nuevos encargos.
Respecto a la ejecución, la nuestra se diferencia de la obra de Echave Ibia técnicamente en la forma adquirida posteriormente de pintar las carnaciones y en la utilización de la paleta de colores seleccionada.
La figura del cordero es un símbolo central en la iconografía de San Juan Bautista, representando a Cristo como el "Cordero de Dios". Este símbolo, junto con la postura dinámica del santo, refuerza la función pedagógica y devocional de la obra, que habría sido utilizada tanto en iglesias como en conventos para inspirar la fe entre los fieles.
La obra es, por tanto, un testimonio de la perduración y adaptación de modelos iconográficos en el arte colonial mexicano, donde la figura del Bautista servía tanto para la devoción personal como para la enseñanza religiosa en el contexto de la Nueva España.