Atribuida a Mateo Pisarro (activo en Puna de Jujuy, actual Argentina, finales del siglo XVII - principios del siglo XVIII)
"Virgen Inmaculada con donante"
Óleo sobre tela.
213 x 155 cm.
Esta obra hispanoamericana de gran formato representa a la Virgen Inmaculada, tal como se empieza a tratar hacia finales de la Edad Media: una Virgen enviada desde el cielo por Dios y elegida para la obra de la Redención, que desciende a la tierra, con la mirada dirigida hacia ésta, las manos unidas sobre el pecho, en actitud de oración, y aplastando con sus pies la serpiente tentadora, como contrapartida del pecado original.
Una imagen virginal bella y santificadora, serena. Una obra y un tema que se hace plástico con el único propósito de ensalzar la inmaculada e intachable virginidad de María. Una virgen que no tiene niño en sus brazos, sino sus manos unidas, en actitud de oración, la misteriosa mujer que vio Juan, “rodeada de todas aquellas señales, con túnica blanca y manto azul, vestida de sol, con corona Imperial que adorna su cabeza y que no cubre las estrellas”.
En un mar de nubes, sostenido por ángeles, a derecha izquierda, y en los márgenes del cuadro, aparecen otros símbolos popularizados por las letanías de la virgen, del santuario italiano de Loreto, conocidas como letanías Lauretanas: Escalera del cielo, Torre de David, Lirio que florece entre espinas, Rosa Mística sin espinas, Puerta del cielo Espejo sin mancha…
Abajo a la izquierda y rezando se encuentra un donante, presbítero, vestido de ornamento sacerdotal (casulla) y ofreciendo su vocación con un cáliz, símbolo de la consagración eucarística que celebra a diario y de la sangre de su Hijo, y se la ofrece a María, su madre e intercesora.
La monumentalidad de la Inmaculada que presentamos, sumada a su cuidada composición y al tratamiento exquisito de las superficies pictóricas, permiten reconocer la mano experimentada de Mateo Pisarro, cuya producción está documentada en diversas capillas de la Puna jujeña, tales como la iglesia de San Francisco de Asís en Yavi y la catedral de Nuestra Señora de la Candelaria y San Antonio en Humahuaca.
Mateo Pisarro es uno de los nombres fundamentales para entender la configuración de un arte devocional en los confines meridionales del virreinato. Su producción está estrechamente vinculada a la figura de Juan José Campero y Herrera, Marqués del Valle de Tojo, encomendero y gran promotor artístico en la región. Este vínculo explica no solo la concentración de obras de Pisarro en capillas de Yavi, Casabindo y Cochinoca, sino también el lujo material y simbólico que caracteriza sus pinturas, concebidas como vehículos de propaganda religiosa y política.
El arte de Pisarro, como el de otros pintores de frontera, responde a un complejo diálogo entre la herencia visual europea, los recursos técnicos locales y las expectativas devocionales de una sociedad mestiza, donde la imagen mariana adquirió un rol central como símbolo de pureza, intercesión y poder protector. La monumentalidad de esta Virgen Inmaculada con Donante responde precisamente a esa función pública y pedagógica, en la que el despliegue visual no es mero ornato, sino parte esencial de su eficacia simbólica.
Esta obra dialoga estrechamente con otras Inmaculadas atribuidas a Pisarro, como la “Inmaculada Concepción con el Santísimo Sacramento”, conservada en la iglesia de San Francisco de Asís en Yavi, donde reaparece el mismo manto azul estrellado y el brocateado dorado, o la “Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad” en la Catedral de Humahuaca, en la que el mismo esquema frontal y simétrico organiza la composición. A ellas se suma la Inmaculada de una colección privada en Jujuy, que aunque de menores dimensiones y sin la presencia del donante, comparte con nuestra obra el tratamiento de las manos, el rostro oval y la textura luminosa de los encajes.
La ejecución de esta obra refleja el sofisticado conocimiento material de Pisarro, cuya paleta se ha identificado en estudios recientes como resultado de una notable combinación entre pigmentos locales y materiales importados. Investigaciones como las dirigidas por Gabriela Siracusano y la Fundación TAREA han demostrado que el azul de estos mantos no proviene exclusivamente de azurita o añil, sino que en ocasiones incorpora smalte, un pigmento derivado del vidrio coloreado con cobalto, que implica una vinculación directa con circuitos de comercio minero y artístico desde Potosí hacia la Puna y el Alto Perú.
El brocateado en oro, trabajado con delicadas aplicaciones sobre la superficie pictórica, remite a técnicas documentadas en la pintura cuzqueña y potosina, pero adaptadas aquí a un contexto técnico donde el acceso a ciertos materiales obligaba al pintor a ensayar combinaciones innovadoras. Esta habilidad de Pisarro para manipular materiales diversos no solo responde a su formación técnica, probablemente vinculada al círculo de Melchor Pérez de Holguín, sino también a una tradición andina donde el valor simbólico del color y la materia era inseparable de su eficacia ritual.
Mención especial merecen los angelitos desnudos, que sumados a la frontalidad solemne y a la paleta vibrante, son marcas inequívocas del taller de Pisarro y de su concepción narrativa, en la que cada figura funciona como un eslabón en la construcción de un discurso visual de fuerte carga doctrinal.
Asimismo, la presencia del donante es, precisamente, uno de los elementos que particulariza a esta obra en el contexto de la producción de Pisarro. Su inclusión no solo refuerza el carácter votivo de la pieza, sino que también permite inscribirla en una tradición iconográfica en la que la pintura sacra funcionaba como testamento visual, perpetuando el vínculo entre el comitente y la divinidad, y asegurando su memoria ante la comunidad.
Lejos de ser una obra aislada, esta Virgen Inmaculada con Donante se revela como una pieza clave para entender el arte barroco de la Puna de Jujuy y su papel como vehículo de negociación cultural, afirmación identitaria y expresión de un sincretismo visual profundamente arraigado en las tradiciones locales.
Bibliografía de referencia:
- Plaza Roig, A. (2022). “Matheo Pisarro: iconografías disímiles para una devoción eficaz”. Eikón Imago 11, 311-325.