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LOTE 48

Atribuido a Manuel Chili Caspicara (Ecuador, 1723 - 1796)

Estimación
60.000 € / 90.000 €

Atribuido a Manuel Chili Caspicara (Ecuador, 1723 - 1796)

"Corpus Christi"

Escultura en madera tallada y policromada.

134 x 131 cm.


Nuestra imagen es comparable, sin duda, a una de la más importantes atribuida al escultor, el Cristo yacente que posee el Museo del Banco Central de Ecuador.
Nuestro corpus, debió tratarse de un importante encargo, para algún cargo político o eclesiástico. No hay que olvidar que Caspicara nació en la ciudad de Quito, por entonces capital de la Real Audiencia española del mismo nombre.  La Audiencia y Cancillería Real de Quito (1563-1822) fue el más alto tribunal de la Corona española en los territorios de la Provincia.
Como se puede observar, conserva, gracias a una intervención museística, gran parte de su maravillosa policromía original, en el rostros y medio torso con ese tono tan original del Caspicara como de porcelana, y en el paño de pureza que estilísticamente y a nivel de la policromía no es posible atribuir a ningún autor de nuestro país, sino que una vez más nos remite a Caspicara.
Merece verdaderamente una contemplación reverencial y pausada, el resultado del manejo de la gubia que crea este Cristo, humano, recién expirado, con un rostro y un cuerpo anatómicamente perfecto, escultóricamente de gran maestría.

 

Manuel Chili, conocido por su nombre artístico, "Caspicara", fue uno de los más importantes escultores indígenas de la denominada Escuela Quiteña del siglo XVIII.
Fueron sus maestros Diego de Robles y Bernardo de Legarda, con los que colaboró de joven en sus talleres.
De hecho, se le considera el sucesor de Bernardo de Legarda en el arte de la imaginería. Realizó magníficas esculturas especialmente en madera o mármol.
Caspicara se inició en la imaginería a una edad muy temprana, según indica el historiador Jaime Aguilar de Paredes, hasta llegar a alcanzar la maestría que lo colocó al nivel de los autores europeos.
Especializado en los motivos religiosos en madera y mármol, su obra se realizó para los altares más importantes de Iglesias y Conventos de la región, aunque de la misma manera llegó a Europa para formar parte de las colecciones de la nobleza y monarquía.
La escuela quiteña, con Caspicara a la cabeza, alcanzó su máximo esplendor en los siglos XVII y XVIII, siendo de gran prestigio entre las colonias como en la Corte española en Madrid.
Fue una de las actividades que más ingresos económicos aportó a la real Audiencia de Quito.
Es conocida la frase que se atribuye al Rey Carlos III, refiriéndose a dicha escuela: “ No me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias de América yo tengo al maestro Caspicara”.
Sus obras más conocidas se encuentran en la catedral de Quito y en la iglesia de San Francisco de la misma ciudad, en la Hispanic Society of America.
Así mismo, como indica la voz de la web del instituto Cervantes: “Por la belleza de la forma con que las elaboró, destacan el Cristo de El Belén; el Cristo yacente y la Virgen de la Luz que custodia el Museo del Banco Central del Ecuador; la Asunción de la Virgen que adorna la Iglesia de San Francisco; la Impresión de las llagas, situada en la Cantuña; y en particular, la Sábana santa que pueden admirar los visitantes de la catedral quiteña.


Bibliografía de referencia:
-Aguilar Paredes, Jaime "Grandes Personalidades de la Partria Ecuatoriana". Ed. Fray Judoco Ricke, p. 104.