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LOTE 32

Juan de Sevilla Romero (Granada, 1643 - 1695)

Estimación
18.000 € / 30.000 €

Juan de Sevilla Romero (Granada, 1643 - 1695)

"Martirio de Santa Catalina de Alejandría"

Óleo sobre tela.

Acompaña de importante marco en madera tallada, patinada y dorada del XVII al estilo de Alonso Cano.

205 x 170 cm.

 

Juan de Sevilla Romero y Escalante (Granada, 1643 - 1695) fue un pintor barroco español encuadrado en la escuela granadina de pintura como el más directo continuador de Alonso Cano, junto con Pedro Atanasio Bocanegra, con quien mantuvo una relación de rivalidad, y con el que pintó en un mano a mano gran parte del corpus catedralicio granadino. Con un estilo definido, y un trazo fresco y tierno, con pinceladas muy de Valdés Leal, similitudes con Antonio del Castillo Saavedra, Mateo Cerezo o Ribalta, y con dulzura murillesca, plasma el momento del martirio de santa Catalina de Alejandría, quizá uno de los numerosos encargos que recibió a partir de 1674 para diferentes iglesias y conventos de su ciudad, tras la muerte de Alonso Cano en 1667, momento en el que arrancó e impulsó su obra con la ausencia de su maestro.

Al parecer inició su aprendizaje con Francisco Argüello, culminando su formación en el taller de Pedro de Moya (del que imitó sin dudar su manera fresca) según nos cuenta el pintor y tratadista Antonio Palomino.

El buen gusto define a esta obra, y parece ser verdaderamente su manera de pintar. Arrodillada frente al emperador Máximo Majencio, en pleno siglo IV, con una luz invisible y serena que la llena de la fortaleza de Dios que desciende del cielo, entrega, estoicamente y sin dramatismo, su vida de virgen, esposa de Cristo y mártir (corona) al que mandó decapitarla, tras éste comprobar que ni con un martirio cruento previo con rueda dentada de dagas (rota a sus pies) y pese a tales tribulaciones, se siguió negando a sus propuestas indecentes. Con muchas reminiscencias canescas e indudables trazos muy de Valdés Leal y Murillo, pincela con colores venecianos su original lenguaje con el que definió siempre toda su obra, y que lo convirtieron en uno de los exponentes ideales del pleno barroco español.