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LOTE 22

Escuela flamenca. Siglo XVI.

Estimación
5.500 € / 8.000 €

Remate: 9.000 €

Escuela flamenca. Siglo XVI.

"María como Puerta del Cielo. Alegoría del examen de conciencia para alcanzar un Buen Morir"

Óleo sobre tabla. Acompaña de importante marco en madera tallada y dorada.

92 x 70 cm.

 

Magnífica tabla que representa el momento final del ser humano recostado abajo al centro, que hace recuento de sus buenas y malas acciones, el examen de conciencia de su vida; una reflexión orante sobre sus pensamientos, palabras y acciones a la luz del Evangelio para determinar cómo ha podido pecar contra Dios y los demás. El autor tuvo que conocer la teología del momento, la que enseñaba San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, que brindaban “al final del día, a la hora de ir a descansar” “hacer una reflexión pacífica diaria de todo lo acontecido [...] para encontrar a Dios en todas las cosas [...] incluso en aquellas donde Dios aparentemente se había escondido”. La conciencia humana imagina su vida a la “hora del descanso ya eterno”.

El pintor coloca al centro a María, Puerta del Cielo, como Madre de Misericordia, que siempre lo espera con las manos abiertas y sobre su corazón. En la Gloria esperan la Santísima Trinidad, Dios Padre reinante, El Hijo Sufriente y El Espíritu Santo que vuela sobre todo y todos. Al contemplar esta obra, vemos tres niveles diferenciados, en los que vuelan filacterias numeradas, a modo de bocadillos de cómics, que ordenan la conversación. Arriba en el cielo: Hijo (11) “PATER RESPICE VULNERA MEA..." ("Padre, acuérdate de mis heridas…"). Y también se dirige a su madre (14): “MATER MEA, FIAT TIBI SICUT VIS” ("Madre mía, hágase como tú quieras"). Dios Padre (12) “VENIT TEMPUS MISEREN DIEORUM” ("Ha llegado la hora para los días miserables”).

El Padre, que se dirige a la Virgen y la llama Hija: “FILIA FIAT TIBI SICUT VIS" ("Hija, hágase como quieras”). Y el tercero del cielo es la Paloma o Espíritu Santo (1) “SPONSA FIAT TIBI SICUT VIS” ("Novia, hágase como tú quieras”).

 

En el nivel segundo, horizontalmente hablando, y al centro, la Virgen responde con tres filacterias (8): “PATER RESPICIE IN FACIEM CHRISTI” ("Padre recibe y mira el rostro de Cristo"), (9) “FILI ASPICE UBERA QUAE TE LACTAVERUNT” ("Hijo, mira los pechos que te amamantaron"), y (10) “S. Se. DEUS ECCE QUOS AMAS INFIRMANTUR” ("Dios, Santo entre los Santos, fortalece a los que amas"). Los ángeles de la izquierda, sobre los que reza: “PER HANC NOS AD DEUM” ("A través de estos, vamos a Dios”), solicitan a su Reina (7): “IUUA PUSILLANIMES, MARIA ANGELORUM REGINA” ("María, Reina de los ángeles, mira a los jóvenes pusilánimes").

A la derecha, los santos y la Iglesia, son los siguientes: los santos Pedro y Pablo, los Papas y santos Padres, y san Pedro Mártir, entre otros. Sobre ellos: “PER HANC DEUS AD NOS” ("A través de estos, Dios va hacia nosotros"), y responden a su Madre: “SU COURE MISERIS SANCTORUM MATER” ("Madre Misericordiosa de los Santos, atiende este tribunal con tu corazón").

 

En el nivel terrenal, descansa la conciencia, recostada en forma de ser humano enfermo, que habla dirigiéndose a la Virgen (2): “MARIA, TU AB HOSTES PROTEGE ET HORA MORTIS SUSCIPE” ("María, protégete del enemigo y escucha la hora de la muerte"). A lo que Ella le responde desde el cielo (16): “CONFIDITE FILII, EXAUDITE EST ORATIO NOSTRA”. ("Hijo de la confianza, escucha nuestra oración"). Y San Miguel Arcángel, nominado, blandiendo su espada sobre el diablo, le dice a éste (17): “IMPERET TIBI DEUS” ("Dios te aniquilará"). Y ese diablo, que se alonga sobre el yacente (1): “PECCAMUSTIS NON SPERETIS VENIAM” ("Debes pecar, no esperes el perdón").

A la izquierda del camastro, un ángel que mira arriba y reza (5): “OCURRITE ANGELI DOMINI” ("Ángeles del Señor, acudid"). A la izquierda de su ala leemos “STOS” ("el que permanece en pie"). 

A la derecha del enfermo, San Juan Evangelista ("PROTECTOR", detrás de él, encima del escudo) clama: “SUB VENITE SANCTI DEI” ("Santos de Dios, venid sobre él"). Dos santos rezan con el enfermo, un carmelita y un agustino, detrás de los cuales “respira la muerte, simbolizada con la carabela que espera paciente con su abrillantado dardo”. El enfermo manifiesta que su pensamiento ha sido sólo uno, el temor de Dios (“TIMOR DEI”), toda su vida se apoya sobre las virtudes teologales, la Fe, Esperanza y la Caridad (almohadas), reposa sobre sus buenas obras, pensamientos y palabras (“BONAE OPERA, BONAE COGITATIONIS, BONAE LOQUTIONES”), y descansa sobre las virtudes cardinales (patas del camastro) Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.

El diablo, que acecha al moribundo, se asoma y aparece bajo su cama, alzada sobre una plataforma en faldoncillo: “CONFUNDANTUR QUI ME PERSEQUNTUR ET NON CONFUNDAR” ("Los que me persiguen serán confundidos, y no me confundirán"); mientras el que muere reza y habla con todos: “MISEREMINI NOSTRI SALTEM VOS, AMICI NOSTRI” ("Al menos, ustedes, amigos nuestros, tened misericordia sobre nosotros").

Toda esta vida teológica “tiene un rostro, un dueño, cara, familia”, representado con el escudo heráldico a la derecha del evangelista y discípulo amado, bien el que encargaría la obra, bien su autor. Un escudo en oro, gules y negro con corazón coronado por la Santa Cruz de Jerusalén con iniciales B, E, P, O.

Por último, tengamos presente que una tabla casi exacta, no tan tenebrosa en el color de fondo, con más luz, con la misma iconografía, quizá también del mismo autor, se encuentra en el Museo de las Peregrinaciones de Santiago de Compostela.