Escuela Novohispana. Sur de México. Siglos XVII - XVIII.
"Cristo crucificado"
Maravillosa y gran escultura en madera tallada y policromada con su cruz original en madera tallada, dorada, policromada y con aplicaciones de espejo.
136 x 75 cm.
Nuestra imagen por su calidad escultórica y sus dimensiones, así como por su maravillosa cruz, policromada además por el dorso, con un marmoleado a pincel, debería presidir un altar.
Forzosamente quien talló esta obra era un maestro. El rostro de Cristo es una maravilla, transmite serenidad, espiritualidad y una dulce aceptación de lo inevitable. Hay una armonía sobresaliente entre escultura y policromía, con un delicadísimo trabajo ornamental en el sangrado de Cristo, que hace de esta figura una auténtica obra de arte y que merece detenerse a detallar.
Revela una maestría extraordinaria la capacidad del escultor para transmitir toda la emoción de manera hermosa y sensible y no violenta, a pesar de la sangre que protagoniza la policromía: las rodillas y los hombros semejan flores o frutas de la granada; las delicadas gotas de sangre resbalan con finura sobre su cuerpo; de los clavos de sus manos nacen bajando por sus brazos hasta casi llegar a las axilas unos delgados y suaves riachuelos de sangre; y hay un pequeño elemento decorativo que se repite, que no dejan de ser heridas sangrantes de Cristo, dos cortas líneas paralelas con tres puntitos rojos de distinta tonalidad en el interior de cada línea, de los que brotan como perlitas rojas las gotas de sangre.
Dos Cristos comparables y salidos sin duda del mismo taller que el que presentamos, se encuentran uno en el Museo Regional del Ex Convento de Santo Domingo Yanhuitlán en Oaxaca, México y el segundo en Museo Nacional del Virreinato de México.