Escuela Novohispana. Siglo XVIII.
"El infierno" y "Retrato del Padre Fray Antonio Garces"
Óleo sobre tela. Bifronte.
112,5 x 89 cm.
“Horrores, fantasmas, demonios y pesadillas que sufre y atormentan al pecador a las puertas del infierno”. Curioso cuadro a doble cara usado con fin catequético. Mala catequesis, por restrictiva y punitiva, pero real: “Que se conviertan al Evangelio aunque sólo sea por miedo al infierno”. Por un lado se pretende crear “el miedo al infierno” (hadefobia). El predicador usa este cuadro para representar el infierno como un lugar al que llegan los pecadores tras su muerte. Se trata, así, de un lugar tenebroso lleno de miedos irracionales y espantos desmedidos. En la otra cara vemos el retrato que D. Antonio Martínez mandó realizar del Padre Fray Antonio Garces, dominico, a su muerte, y que usaba en sus misiones como una “terrorífica estampa“ y símbolo válido del infierno para alejar a los fieles de él, un cuadro que ejercía de terapia conductual para alejarlos del mal.
En la cartela se lee: "Este Quadro es el que vsaba en las Misiones el Rº. Pe. Mº. Fr. Antonio Garces; murio en Zaragoza el dia 16 de Febrero de 1773, de edad de 72 años. Fue Retratado en este â espensas de Dn. Antonio Martinez." (“Este cuadro es el que usaba en las misiones el Reverendo Padre Maestro Fray Antonio Garces; murió en Zaragoza el día 16 de febrero de 1773, de edad de 72 años. Fue retratado en este año a expensas de Don Antonio Martínez”).
Vemos cómo un ángel conduce el alma buena o que escogió el bien al cielo. Y a la derecha, el Padre Antonio Garces, que parece mostrar un rostro lívido, exánime, como si hubiese sido retratado cuando ya su vida había abandonado este mundo.
La ligera pérdida de capa pictórica que observamos entre el demonio y la parte trasera del retratado nos desvela el arrepentimiento del artista al pintar su cabeza y oreja izquierda. En nuestra opinión, el pintor, en una reconsideración de ideas, habría preferido mostrar la humildad del dominico inclinando la cabeza. Tras él, vemos uno de los demonios contra los que luchaba.
Se trata de un cuadro curioso del que el mismo Freud podría hacer un ensayo sobre sus pesadillas y sus causas, sueños del infierno del que tratamos desesperadamente de salir, un cuadro que encierra el bien y el mal, el deseo de hacerlo y la desagradable y estresante experiencia de caer en sus brazos y redes.