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LOTE 14

Posiblemente escultor francés radicado en España. Segundo cuarto del siglo XVI.

Estimación
7.000 € / 12.000 €

Posiblemente escultor francés radicado en España. Segundo cuarto del siglo XVI.

"San Sebastián"

Escultura en madera tallada, policromada y dorada.

86 x 26 x 9 cm.

La presente pieza nos muestra a San Sebastián en su iconografía más habitual, que es la de su martirio, es decir, asaeteado por flechas que le han disparado mientras estaba atado a un árbol. Dicha iconografía viene a ser una trasposición de la Flagelación de Cristo, de hecho, en ocasiones San Sebastián también puede aparecer atado a una columna y no a un árbol, si bien lo más habitual es esto último. San Sebastián fue uno de los santos más célebres durante la Edad Media –popularidad que mantuvo, aunque algo mitigada durante la Edad Moderna– debido a que estaba considerado como uno de los santos antipestosos –“depulsor pestilitatis”– más efectivos. En vida fue un mártir romano que se desempeñó como soldado del ejército romano y que desde joven creía en Cristo, ejerciendo, de hecho, labores de apostolado entre sus compañeros. En una de dichas ocasiones, cuando exhortó a sus compañeros Marcos y Marceliano a permanecer firmes en la Fe cristiana fue descubierto, denunciado, encarcelado y, por orden del emperador, martirizado en el Campo de Marte de Roma. Los soldados le desnudaron y le ataron a un poste, y una vez dispuestos los arqueros comenzaron a dispararle flechas.

Este ha sido el momento en el que ha sido efigiado el santo. Aparece de pie sobre un pequeño promontorio, con las piernas en contrapposto y las muñecas y tobillos atados por cuerdas a un árbol de ramas cortadas. Ha sido concebido en una postura harto dinámica, como si estuviera girando sobre sí mismo, tal y como se percibe en el giro de la cabeza y la disposición de los brazos. Todo ello conforma una línea serpentinata que propende al movimiento helicoidal. Mantiene el brazo izquierdo elevado, está atado por la muñeca a la parte alta del árbol, mientras que el derecho está doblado detrás de la espalda, movimientos que contribuyen a generar una notable tensión muscular y dramatismo. Las heridas de los impactos de las flechas están solamente simuladas por la policromía mediante pequeños rastros de sangre.

El anónimo escultor ha representado al santo antipestoso como un efebo imberbe con un desnudo varonil de poderosa anatomía y canon proporcionado. El cuerpo está únicamente cubierto por un estrecho paño de pureza que le cubre las partes íntimas, y que está conformado por numerosos pliegues horizontales que se entrelazan y crean profundas oquedades y juegos de claroscuros. El modelado es suave, de perfiles redondeados, estando como pegado al cuerpo. Está policromado en tonos dorados y a mayores se le ha enriquecido con cenefas y motivos esgrafiados en tonos oscuros. Los brazos y las piernas son nervudos y fibrosos, estando notablemente marcadas las articulaciones de las rodillas, pero también las espinillas, hombros y codos, revelando a un escultor que se desempeña como un buen anatomista. El anónimo artífice también se entretiene en dibujar al por menor los músculos y sus tendones, así como las costillas. La cabeza es ancha y ovalada, recordando las soluciones plásticas de algunos maestros franceses radicados en España, y muestra un rostro viril de gran nobleza, con facciones menudas pero muy marcadas. El rostro es muy expresivo, con un semblante que entremezcla la languidez con el dolor, este último rastreable en dos detalles: el enarcamiento de las cejas y la boca entreabierta. Es de admirar la destreza del escultor para representar la blandura de la carne. Presenta nariz afilada, mentón prominente y mejillas abultadas. Peina una frondosa cabellera tallada de forma pormenorizada y virtuosa, compuesta por gruesos mechones curvos que se mueven con libertad y sin rastro de simetría.

La imagen fue concebida para disponerla en un retablo puesto que la parte trasera está sin labrar y sin policromar. Teniendo en cuenta los citados rasgos estilísticos y compositivos, amén de la propia estética de la pieza, parece que lo más indicado sea pensar que este portentoso San Sebastián fuera realizado hacia mediados del siglo XVI por algún maestro francés afincado en Castilla –los escultores franceses en dichas tierras fueron legión, podemos citar a los más conocidos, casos de Juan de Juni (ca. 1507-1577), Juan de Angés (doc. 1534-1578) o Esteban Jamete (1516-1565)–, o bien por algún maestro castellano fuertemente influenciado por otro francés.

 

Agradecemos a D. Javier Baladrón, doctor en Historia del Arte, por la identificación y catalogación de esta obra.