Atribuido a Padre Carlos (Quito, 1600-1699)
"Cristo atado a la columna"
Escultura en madera tallada, policromada y hueso esculpido y ojos en vidrio.
Medidas totales: 28 x 24 x 14 cm. Medidas Cristo: 26 x 19 x 12 cm.
Magnífico ejemplo de la imaginería quiteña, que en nuestra opinión, se debe atribuir a Padre Carlos, por las semejanzas innegables con otras conocidas del maestro, por ejemplo con el San Pedro de Alcántara de la capilla de Cantuña en Quito, cuyo retablo mayor es obra maestra de Bernardo de Legarda.
El escultor nos transmite con toda crudeza el espanto que tuvo que sufrir Jesús en su camino al calvario. La espalda totalmente desollada, en carne viva, mostrando la columna de Jesús esculpida en hueso. El rostro refleja la aceptación y el dolor, la mirada es de abandono,y el gesto de la boca entreabierta, muestra al detalle esculpidos los dientes. El cuerpo atado a la columna en ligero escorzo. Todo en esta escultura es de una calidad y maestría fascinantes.
Padre Carlos es considerado el escultor más importante quiteño del siglo XVII, dominó el panorama escultural en Ecuador.
Es una de sus figuras ilustres junto a Bernardo de Legarda, Manuel Chili (Caspicara) y José Olmos (Pampite).
Como leemos en la web mcnbiografias.com “su personalidad, así como su cronología no han podido ser claramente definidas, a pesar de ser el artista que domina la escultura ecuatoriana del siglo XVII. Ni siquiera se sabe si perteneció al clero secular o si fue jesuita, incluso hubo quienes pusieron en duda su existencia real, pero se confirmó su pertenencia al siglo XVII cuando, durante la restauración de un retablo de la capilla de Cantuña, se encontró una inscripción que lo señala como autor del Señor San Lucas Evangelista, en el año 1668. Este dato corroboró el testimonio de Eugenio Espejo, quien a finales del siglo XVIII atribuía al Padre Carlos varios grupos escultóricos de la iglesia de San Francisco. El Padre Carlos revela influencia del sevillano Juan Martínez Montañés y de Juan de Mesa, pero en sus imágenes, de tamaño natural, supo imprimir su propia personalidad, que va más allá de la exigencia religiosa para convertirse en logros de claro realismo y de intenso dramatismo. Las principales estatuas que se conocen de él son: la Negación de Pedro, la Oración del Huerto y el Señor de la Columna, conservadas en la iglesia de San Francisco; San Lucas Evangelista y San Pedro de Alcántara de la capilla de Cantuña, entre otras.”