Francisco Martínez (México, 1687 - 1758)
"El Buen Pastor como Cordero Místico"
Óleo sobre tela.
133 x 157 cm.
Bellísima y sensible representación del Buen Pastor, que mira a su rebaño, interpelante, lleno de ternura y misericordia, abriéndose el pecho como símbolo claro del altruismo llevado hasta el sacrificio completo de sí mismo. "Derramo mi sangre por vosotros y el que beba de ella nunca morirá".
Sin duda, representa una visión más humanizada y cristificada propia de la pintura colonial, que la del famoso políptico de Gante "La Adoración del Cordero Místico", de los Van Eyck, en el que el Cordero de Dios, sobre un altar, con su sangre brotando de su pecho, llena un cáliz que simboliza a Cristo y su sacrificio en la Cruz, su donación y entrega en la Eucaristía.
Tanto en la pintura de Gante como en esta, en y sobre ambos, se encuentra la paloma representativa del Espíritu Santo y, a su alrededor, varios ángeles en adoración.
Coronando el Buen Pastor, se lee la inscripción: "EGO SVM PASTOR BONVS ... ".
El pintor mexicano Francisco Martínez, activo entre 1717 y 1758, fue un artista novohispano que todavía carece de una monografía. Sin embargo, la Profesora Luisa Elena Alcalá, especialista en arte iberoamericano de la época virreinal, plantea diversas cuestiones relevantes del artista en su trabajo “La obra del pintor novohispano Francisco Martínez” (1999). Además de ser pintor, como solía pasar en la época, Martínez fue “dorador, ensamblador de retablos y decorador de fiestas efímeras, disfrutando de un gran prestigio en varios de estos terrenos”, introduce Alcalá. “Entre sus trabajos más destacados se encuentra el dorado del retablo mayor de la Catedral de México (1743), la erección del túmulo funerario de Felipe V en Guatemala (1747), y la ulterior realización de las arquitecturas efímeras para la jura de Fernando VI en México (1747).” Asimismo, destacamos el Medallón de monja con la Anunciación y santos (circa 1750) firmado “Martínez Sancti Officii Notarius Fecit”, que el LACMA de Los Ángeles, conserva en su colección (Inv. M.2015.142.1).
Su prestigio profesional, sigue Alcalá, “se colige también de las numerosas ocasiones en que dictaminó sobre imágenes milagrosas, procesos de indagación sobre manufacturas y transformaciones sobrenaturales bastante comunes en el ámbito religioso del virreinato”.
El pintor, que mantuvo relación con José de Ibarra, “referencia ineludible para entender la figura de Francisco Martínez”, con quien coincidió “en varios encargos y competiciones”, realizó numerosos encargos para los jesuitas; de hecho, afirma Alcalá, “el siglo XVIII fue el siglo de oro de los jesuitas en Nueva España, cuando las ganancias de las haciendas e ingenios permitieron una masiva reconstrucción de sus colegios e iglesias [y] Martínez supo satisfacer las necesidades artísticas de la Compañía”. Por último, cabe decir que fue nombrado notario del Santo Tribunal, prestigioso título que, según apunta Ilona Katzew en su ficha para el LACMA del escudo de monja previamente mencionado, “indica su elevada posición social”.
Bibliografía de referencia:
- Alcalá, Luisa Elena. (1999). “La obra del pintor novohispano Francisco Martínez”. En Anales del Museo de América (7), 175-187. Ministerio de Educación Cultura y Deporte: Subdirección General de Documentación y Publicaciones. http://hdl.handle.net/10486/671800
- Katzew, Ilona (2015). “Nun’s Badge with the Annunciation and Saints”. Notas de la conservadora. LACMA. https://collections.lacma.org/node/2115912