Atribuido a Manuel de Chili "Caspicara" (Quito, 1723 - 1796)
"La Adoración de Reyes y pastores"
Grupo escultórico en madera tallada, policromada dorada y plateada.
56 x 83 x 17 cm.
Este lote procede de importación y por tanto tiene el permiso de exportación del Ministerio de Cultura español garantizado.
Nuestra escultura, es sin duda una de las más importantes que se puedan encontrar del autor.
Debió tratarse de un importante encargo, para algún cargo político o eclesiástico. No hay que olvidar que Caspicara nació en la ciudad de Quito, por entonces capital de la Real Audiencia española del mismo nombre. La Audiencia y Cancillería Real de Quito (1563-1822) fue el más alto tribunal de la Corona española en los territorios de la Provincia.
Nuestra imagen es comparable, sin duda, con el San José y el Niño que se conserva en el Museo de San Francisco de Quito. Es evidente que el San José que aparece en ambas esculturas es el mismo modelo, aunque el nuestro porta una barba más larga. Incluso los ropajes presentan casi idéntica ornamentación. Así mismo, el sombrero que cubre la cabeza de la pastorcilla, lo encontramos en otras obras de Caspicara.
Escultóricamente, es un prodigio del manejo de la gubia, como queda demostrado en el tratamiento de todos los personajes, que presentan delicadísimos rasgos, bellos rostros, delgadas y preciosas manos.
Cada uno con un movimiento y gesto concreto ante la maravilla de contemplar a Jesús recién nacido. El escultor nos muestra la escena con gran teatralidad y movimiento.
Mención aparte merece la decoración, realizada con la especial y única técnica de los talleres quiteños. Aunque hay que recordar que Caspicara fue un genio de la policromía con una paleta de colores propia y personal, y con el característico sello de la combinación y la adaptación de rasgos europeos e indígenas.
Todo ello queda patente en nuestra escultura. No hay un espacio libre de detalle, policromado, pintado a pincel sobre el oro y la plata. La riqueza de la policromía es maravillosa, con infinitos tonos de color lo que, unido a las carnaciones tan brillantes y con ese aspecto de porcelana, características de Caspicara, consigue un efecto que traspasa lo artístico transmitiéndonos una gran espiritualidad y devoción.
Manuel Chili, conocido por su nombre artístico, "Caspicara", fue uno de los más importantes escultores indígenas de la denominada Escuela Quiteña del siglo XVIII.
Fueron sus maestros Diego de Robles y Bernardo de Legarda, con los que colaboró de joven en sus talleres.
De hecho, se le considera el sucesor de Bernardo de Legarda en el arte de la imaginería. Realizó magníficas esculturas especialmente en madera o mármol.
Caspicara se inició en la imaginería a una edad muy temprana, según indica el historiador Jaime Aguilar de Paredes, hasta llegar a alcanzar la maestría que lo colocó al nivel de los autores europeos.
Especializado en los motivos religiosos en madera y mármol, su obra se realizó para los altares más importantes de Iglesias y Conventos de la región, aunque de la misma manera llegó a Europa para formar parte de las colecciones de la nobleza y monarquía.
La escuela quiteña, con Caspicara a la cabeza, alcanzó su máximo esplendor en los siglos XVII y XVIII, siendo de gran prestigio entre las colonias como en la Corte española en Madrid.
Fue una de las actividades que más ingresos económicos aportó a la real Audiencia de Quito.
Es conocida la frase que se atribuye al Rey Carlos III, refiriéndose a dicha escuela: “ No me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias de América yo tengo al maestro Caspicara”.
Sus obras más conocidas se encuentran en la catedral de Quito y en la iglesia de San Francisco de la misma ciudad, en la Hispanic Society of America.
Así mismo, como indica la voz de la web del instituto Cervantes: “Por la belleza de la forma con que las elaboró, destacan el Cristo de El Belén; el Cristo yacente y la Virgen de la Luz que custodia el Museo del Banco Central del Ecuador; la Asunción de la Virgen que adorna la Iglesia de San Francisco; la Impresión de las llagas, situada en la Cantuña; y en particular, la Sábana santa que pueden admirar los visitantes de la catedral quiteña.
Bibliografía de referencia:
- Aguilar Paredes, Jaime "Grandes Personalidades de la Partria Ecuatoriana". Ed. Fray Judoco Ricke, p. 104.