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LOTE 3

Taller aragonés o catalán. Siglo XIV. “Virgen con el Niño en Majestad” Escultura en madera tallada y policromada.

Estimación
7.000 € / 9.000 €

Taller aragonés o catalán. Siglo XIV. “Virgen con el Niño en Majestad” Escultura en madera tallada y policromada.

64 x 19 x 22 cm.

El culto a la Virgen María no alcanzará un lugar preeminente en el arte cristiano hasta entrado el siglo XII, llegando a convertirse a lo largo de los siglos XIII-XIV en una de las iconografías predilectas en la imaginería. Esta bella Maiestas Mariae o Virgen con el Niño en majestad, heredera de la Theotokos bizantina, es un excepcional ejemplo del nivel que mostraron los talleres populares, cuasi artesanos que trabajaron a comienzos del periodo gótico en Aragón, o quizás en Cataluña, en los cuales a pesar de la modestia del resultado las piezas resaltaban por su encanto un tanto ingenuo.

El tema de la Virgen como trono de Cristo gozó de gran popularidad, motivo que llevó a que se desarrollaran numerosas tipologías y variantes. En este caso, María es representada con un canon alargado, perceptible especialmente en el cuerpo y en las manos. Se observa, asimismo, una ligera desproporción anatómica en las piernas, demasiado cortas para tal modelo. Se encuentra sentada sobre un banco sin respaldo. Muestra un rostro ovalado con los rasgos faciales apenas tallados, de suerte que son perceptibles gracias a la policromía que aplica a las cejas curvadas, a los grandes ojos almendrados y a la boca cerrada. Esta última presenta unos gruesos labios rojos. A los lados, el policromador ha sonrosado las mejillas. Destaca una gruesa nariz, el potente mentón, y un cuello cilíndrico casi del mismo grosor que la testa. La cabeza va cubierta por un sencillo tocado dorado que le tapa tanto la cabellera como las orejas, cayéndole a ambos lados del rostro. Viste túnica rojiza, con el cuello recorrido por una orla dorada, en la que se observan puntos dorados que llevan inclusos unos esquemáticos motivos geométricos. Por encima un manto azulado que le cae por la espalda y se recoge en las rodillas, de suerte que sobre ella descansa el Niño. Los pies van protegidos por unos zapados de punta afilada.

Ha perdido la mano derecha, en la que quizá portara algún atributo o fruta –quizás fuera la frecuente manzana que simboliza su victoria sobre el pecado y su conversión en la nueva Eva–, mientras que con la izquierda sujeta a su Hijo, al que tiene acomodado sobre su rodilla izquierda –esta tipología es una de las más populares. Según Georg Weise tiene su origen en la Virgen de la Esclavitud de la catedral de Vitoria, fechable a finales del siglo XIII–. El Pequeño, como de costumbre en esta época, no es un Niño, sino que se trata de un adulto a menor escala. El rostro y peinado viene a ser una repetición de los que presenta la Madre, lo que pasa es que en este caso lo que en Ella era un tocado en éste sería pelo rubio. Viste túnica que le cubre por completo el cuerpo. Es blanca, con el cuello recorrido por una orla dorada, y va completamente tapizada por decoraciones florales estilizadas. Al igual que la Madre también ha perdido la mano izquierda, en la que pudo portar la bola del mundo.

A pesar que durante el gótico se fue desarrollando una comunicación afectiva entre Madre e Hijo, en este ejemplar encontramos una notoria incomunicación además de un ligero envaramiento en ambas figuras tan solo roto por el leve giro del rostro de María hacia la derecha y del Hijo hacia la izquierda. Aunque es complicado establecer una cronología y una filiación concreta para este tipo de piezas y más para estos casos en que al notable arcaísmo se une el hecho de que sea producto de un taller popular, podría tratarse de una escultura fechable en el siglo XIV y quizás proveniente de algún obrador aragonés y catalán.

Agradecemos a D. Javier Baladrón, doctor en Historia del Arte, por la identificación y catalogación de esta obra.