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LOTE 68

Atribuido a Basilio Santa Cruz Pumacallao (Cuzco, Perú, 1635 - 1710)

Estimación
25.000 € / 50.000 €

Remate: 52.000 €

Atribuido a Basilio Santa Cruz Pumacallao (Cuzco, Perú, 1635 - 1710)

"Muerte de San José ante María, Jesús y San Juan Evangelista"

Óleo sobre tela. 128 x 175,5 cm.

Basilio de Santa Cruz Pumacallao, junto a Diego Quispe Tito, dominó el panorama artístico durante el último cuarto del siglo XVII de la escuela cuzqueña. Su más relevante mecenas fue el Obispo Manuel de Mollinedo y Angulo (1673-1699), clérigo español que arriba a Cuzco en 1673.

Como indica la Real Academia de la Historia, Pumacallao fue un: “Pintor activo en Cuzco en la segunda mitad del siglo XVII.Pintor indígena considerado entre los fundadores de la escuela cuzqueña. Al igual que Quispe Tito y otros pintores de su tiempo, Santa Cruz era miembro de la aristocracia incaica. Su carrera se inició hacia 1661, cuando los franciscanos del Cuzco le encomendaron pintar doce ángeles e igual número de vírgenes para su iglesia, obras perdidas en la actualidad.

 

Nuestra pintura es comparable a la conservada en la Iglesia y convento san Francisco en |Santiago de Chile, que representa La aparición de un ángel músico a San Francisco enfermo.

La escena narra, en un ambiente cotidiano y natural, en la habitación de un hogar judío con un precioso bodegón de flores y frutas en una mesa, la definitiva partida al Cielo del Padre Putativo de Jesús. Según loe Evangelios Apócrifos, se dice que el Carpintero habría vivido 111 años en perfecta salud, pasando unos 20 con Jesús. "Su cuerpo no estaba achacoso, no tenía delicada la vista, ni había siquiera un solo diente estropeado en su boca. Nunca le faltó cordura y prudencia, y conservó siempre su sano juicio, aún siendo un venerable anciano de 111 años".

Cierto día -explica en texto apócrifo- San José recibió la visita de un ángel que le informó que ese mismo año iba a morir, y entonces viajó a Jerusalén, " penetró al templo del Señor, se humilló ante el altar, y rezó pidiendo que cuando llegara el momento no lo abandonara su ángel de la guarda ni San Miguel Arcángel".

Pumacallao captó ese momento, con San Miguel a los pies de su cama portado ya una corona de gloria, esperándolo para ayudarle a dar el paso a la eternidad.

Al fondo, en segundo plano, pero sin perder importancia los amigos y apóstoles de Jesús, entre los que destaca San Pedro, "esperando el momento de abrirle las puertas del Paraíso".

Una escena aparentemente normal, cargada del misticismo de los personajes, de la mansedumbre y humildad del que muere.