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LOTE 15

"San Miguel venciendo al demonio". Escultura en madera tallada, dorada y policromada. Escuela castellana. Renacimiento. Finales del siglo XVI.

Estimación
9.000 € / 15.000 €

"San Miguel venciendo al demonio". Escultura en madera tallada, dorada y policromada. Escuela castellana. Renacimiento. Finales del siglo XVI.

Medidas totales: 105 x 40 x 20 cm.

Estamos ante un delicado grupo escultórico en bulto redondo que representa a San Miguel venciendo el demonio. El jefe de las milicias celestiales aparece erguido pisoteando a Lucifer. Mantiene las piernas abiertas en una posición inestable sobre el cuerpo del demonio. A esto habría que añadir el ligero contrapposto que realiza con la pierna derecha, y la línea serpentinata a la que parece acomodarse el cuerpo del arcángel, detalle típicamente renacentista. La potencia que denota la escultura, especialmente palpable en su musculatura, en la inmutabilidad de su rostro, en la grandiosidad de su composición, y en detalles puntuales como el brazo derecho doblado, o la labra del torso, nos indica que estamos ante una obra romanista o tardo romanista.

Eleva el brazo derecho con suma elegancia, teniendo las mangas recogidas, detalle que nos permite verle los brazos desnudos. En la mano izquierda sujeta con notable energía y carácter una afilada lanza que se dispone a clavar al demonio para terminar de batirle. Por su parte, en la mano izquierda empuña un escudo ovalado decorado con tarjas, o cueros recortados, y en cuya parte central se observa una cruz potenzada roja sobre fondo dorado. El rostro del santo vuelve a revelarnos una excelente mano ya que ha concebido unos rasgos faciales finos y minuciosos, y una cabellera que adquiere la forma de casquete conformado por infinitos bucles asimétricos curvos. Su cabeza, de forma redondeada, muestra ojos abiertos achinados, cejas rectas, nariz alargada, surco nasolabial y una diminuta boca de labios cerrados gruesos que parecen hacer una mueca. A sus pies está ardiendo sobre las llamas del infierno un diablo retratado de medio cuerpo y de gesto osco y ceño fruncido que es una combinación de cuerpo humano con rasgos grotescos y cuernos de cabra.

El santo va vestido como un guerrero, no en vano es considerado, como hemos dicho, el jefe de las milicias celestiales. Porta una coraza thoracata, de cuello cuadrado dorado, de la que cuelgan una serie de pulseras o “torquex”, a la manera del ejército romano, muy pegada al cuerpo de suerte que se marca la anatomía; calzas y un movido manto dorado que aporta dinamismo a la escultura ya que partiendo de la espalda y cubriéndole el hombro izquierdo –el derecho lo deja “desnudo– pasa por la espalda, por la parte delantera del muslo izquierdo y vuelve a la parte trasera para culminar en el demonio. La disposición de este manto no solamente es ingeniosa, sino que también denota un excelente manejo de la gubia por parte del maestro que llevó a cabo la pieza.

La excelente policromía, que en su mayor parte está compuesta por los tonos dorados, algo que por otra parte es muy típico del Renacimiento, revaloriza la escultura, ya excelente desde el punto de vista técnico. A buen seguro la pieza sería realizada por algún diestrísimo maestro romanista castellano de finales del siglo XVI, cuando no de comienzos del siglo XVII si procediera de un área retardataria y en la que este estilo se prolongó durante más décadas que en los focos más avanzados, caso, entre otros muchos, de Burgos, por ejemplo.

Agradecemos a D. Javier Baladrón, doctor en Historia del Arte, por la identificación y catalogación de esta obra.