Escuela colonial. Probablemente Virreinato del Perú. Último cuarto del siglo XVIII.
Biombo. Óleo sobre tela. Medidas abierto: 260 x 570 cm. Medidas de cada hoja: 260 x 57 cm.
Biombo compuesto por diez hojas, decorado en sus dos caras con escenas descriptivas que recogen distintas influencias. En una de sus caras, se representa una escena urbana en la que, ocupando el centro compositivo, aparece una gran fuente monumental ubicada en una amplia calle ajardinada por la que pasean personajes con indumentaria al gusto español. Por ejemplo, una de las damas representadas lleva redecilla en el pelo mientras que una de las figuras masculinas está casi embozada en una capa española.
En ambos lados la calle presenta arquitecturas de variado tenor algunas de las cuales muestran características definitorias de las construcciones hispánicas. Es bastante significativo el edificio que aparece a la izquierda de la composición. Tiene trazas conventuales, con amplia portada de sillería y una ventana en la fachada protegida con una reja de gusto totalmente español.
Toda la escena se halla enmarcada por una amplia orla formada por volutas y motivos vegetales que resulta muy cercana a las que decoran trabajos pictóricos con origen hispánico procedentes de la América española.
El biombo es un mueble totalmente oriental que llega a Europa a través de América donde se le adopta creándose, sobre todo en Nueva España, talleres que los producían convirtiéndose en piezas esenciales en la decoración de las grandes casas novohispanas. Se caracterizan, en buena parte, por su gran tamaño y porque su decoración pintada trata temas históricos, topográficos y costumbristas. Estas características son claramente apreciables en esta pieza que presentamos encontrándose, por tanto, mucho más cercana a un origen hispánico que a las producciones europeas de aquel momento.
La otra cara está decorada con un gran paisaje abierto con arquitecturas en la que se desarrollan distintas escenas. Los numerosos personajes que la ocupan, unos vestidos a la manera cortesana y otros menestrales, realizan diversas actividades. Unos cazan mientras otros pasean; descansan algunos y otros pescan. Hay lavanderas y bañistas en un río que cierra la composición por la izquierda, etc. Todo ello imbuido de una clara influencia francesa procedente, sin duda, de grabados realizados en Europa, por artistas como Vernet, La Croix de Marseille o Pillement. La abigarrada escena está tratada con cierta ingenuidad existiendo elementos tanto en las arquitecturas como en la vestimenta de los personajes claramente identificables como españoles. La obra remata perimetralmente en una cenefa moldurada pintada a imitación de mármol que la enmarca.
Dentro del sincretismo que decora la escena, destacan dos interesantísimos personajes. Por un lado, la presencia de un mandatario chino, que cabalga a lomos de un caballo, con un singular gorro y trenza de aquellas latitudes, con sus ojos rasgados, y que quizás sea un guiño a los orígenes de nuestro anónimo artista. Por otro lado, una figura femenina ataviada típicamente con gorro y manto peruanos, mientras toca la flauta. Esta nos permite quizás, como un nuevo guiño de nuestro artista, adivinar el origen de nuestro biombo.
A menudo la historiografía ha destacado la importancia que tuvo el galeón de Manila sobre la cultura y el arte Novohispanos. Es sobradamente conocida la llegada de artesanos japoneses y chinos a los Virreinatos que producirían y transmitirían las formas y técnicas orientales. Teresa Castelló aseguró que entre los japoneses y chinos que permanecerían en América a la vuelta de las embajadas habría artesanos que comenzarían a realizar biombos, inicialmente sobre madera y después sobre lienzo. Beatriz Sánchez Navarro, por su parte, recuerda que Agustín de Vetancourt da cuenta en el capítulo uno de su “Teatro Mexicano” de la existencia de una cofradía de artesanos chinos, procedentes de Manila, que enseñaron a los nativos sus habilidades,